Por Mario Benedetti
(Los unos y los otros)
Todos los pueblos y las diferentes culturas tienen la suficiente capacidad para construir sus propias verdades a partir de su peculiar bagaje de valores, creencias y experiencias.
Israel fue construida desde los sueños pero también desde los avatares y realidades de un pueblo errante, perseguido y sin tierra, por eso resultó ser un sueño realizado pero de ninguna forma finalizado.
Israel no es un mito, es una realidad aun no acabada y quizás demasiado humana al no ser creada por ángeles e ídolos, ni por demonios y monstruos, simplemente fue construida en su tierra desde sus profundos cimientos, por seres tan frágiles e imperfectos como tu, como el o como yo.
Israel nació de sueños perfectos y bellos, surgió de desvelos, de angustias y también de esperanzas. No fue parido por alienaciones, odios y venganzas y por esto mismo se sigue construyendo vitalmente día a día y eternamente a través de otros sueños, de los mios, de los tuyos y de todos.
El pueblo de Israel sufrió a través de la historia grandes y dolorosos exilios, expulsiones, genocidios, persecuciones y discriminaciones, injustas acusaciones, conversiones forzadas y asimilaciones obligadas y nuestra gente resistió como pudo: luchando de frente, huyendo, escondiéndose, adaptándose, mimetizándose con el medio, nadando contra la corriente y a veces a favor de ella, el objetivo fue siempre sobrevivir, aferrándose a uno de nuestros mas sagrados principios: nuestro amor a la vida.
Esto trajo como consecuencia que hoy tengamos diferentes apariencias, con diversos idiomas, con distintos colores de piel, con costumbres multifacéticas, incluso con aspectos muy difícil de identificarnos como tales, por esto hoy somos multiétnicos y pluralistas pero compartiendo un origen y un gran destino en común.
“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.” “La vida es sueño”
Pedro Calderón de la Barca
Unos luchamos por construir una réplica fiel del Israel de las épocas del David y de su hijo Shlomo, tan poéticamente pintada por la Biblia.
Otros quisimos hacerlo a semejanza de las aldeas judías de Polonia, Besaravia y Rusia con paisajes extraídos de alguna novela de Isaac Bashevis Singer o de Sholem Aleijem.
Unos quedamos extrañando las antiguas y bellas juderías ibéricas de Córdoba, de Toledo y de Sevilla.
Otros intentamos crear una copia perfecta de Núremberg, de Hanóver y de Colonia, aquí en Oriente Medio.
Unos aspiramos hacer un país marxista y otros una social democracia escandinava, un populismo latino americano o un capitalismo acuñado en Walt Street .
Unos soñamos reconstruirlo en la memoria de las mil y una noche de los barrios judíos de Esmirna, de Salónica o de Fez .
Otros añoramos las virginales aldeas africanas en la Etiopía de la Reina Saba .
Unos anhelamos las empedradas y arrabaleras callejuelas de Buenos Aires o de Montevideo en este exótico Medio Oriente.
Logramos una sociedad donde se entre mezclan todas las lenguas como en Babel, con el hebreo, el árabe, el ruso, el ingles, el francés, el español y el amárico.
Tenemos una sociedad donde se vivencia una absoluta libertad y se convive como podemos entre todos, gentes honestas y estafadoras, ilustradas e ignorantes, virtuosas y pecadoras, ricos y pobres, negros y blancos, hombres y mujeres.
Estos sueños, los de unos y los de otros, uno y otro se han ido amalgamando, uniéndose, fundiéndose y creando una nueva sociedad, virtuosa y reprochable, religiosa y laica, progresista y conservadora, derechista e izquierdista, halcón y paloma, moderno y raigal, simplemente una sociedad humana.
De todo esto esta hecho Israel .
“No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento.”.
Mario Benedetti
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