"Ás catro da mañá, nunca se sabe se é demasiado tarde, ou demasiado cedo". Woody Allen







domingo, 27 de noviembre de 2016

La complicada relación de Fidel Castro con los judíos e Israel



La relación entre Fidel Castro con los judíos e Israel no tuvo un único matiz. El líder cubano Fidel Castro incluso logró sorprender al primer ministro Biniamín Netanyahu, en una entrevista realizada en 2010. El anciano y enfermo cubano, que había dejado de ser líder del estado caribeño cuatro años antes y murió el viernes pasado a los 90, declaró que reconocía la existencia de Israel. Al mismo tiempo, también criticó la negación del Holocausto y dijo que la religión y la cultura judías habían sostenido a los judíos como una nación a pesar de 2.000 años de persecución y pogromos.
Netanyahu se apresuró a alabar a Castro, diciendo que sus comentarios mostraron un profundo entendimiento de la historia del pueblo judío y el Estado de Israel. Por su parte, el entonces presidente Shimon Peres escribió a Castro, calificando sus comentarios como inesperados y que proporcionaron un puente entre “una realidad difícil y un nuevo horizonte”. Sin embargo, las relaciones diplomáticas entre los dos países -que Cuba cortó unilateralmente en 1973-, no fueron restauradas.
Este entibiamiento en las complejas relaciones entre los países fue temporal. Cuatro años más tarde, Castro volvió a su enfoque anterior, acusando a Israel de involucrarse en una conspiración estadounidense para crear el ISIS. Netanyahu y Peres decidieron no responder esta vez.
Las cosas empezaron bien con Castro. Poco después de tomar el poder en febrero de 1959, Israel abrió una oficina diplomática en La Habana, que fue encabezada por el diplomático Joel Barromi.
“El ambiente en La Habana fue entonces de gran alegría entre la gente. La gente vivía con una sensación de liberación y buen humor”, dijo Barromi a Adi Schwartz en una entrevista con el periódico Haaretz hace una década. “Los primeros días fueron una locura. … Nada era normal entonces. Tuve la sensación de que fui parte de un importante acontecimiento histórico que me recordó la Guerra de Independencia de Israel”, agregó el diplomático, fallecido en 2012.
En un artículo de Haaretz de 2014, la especialista latinoamericana Margalit Bejarano escribió sobre las relaciones amistosas que el gobierno cubano revolucionario y el gobierno israelí forjaron en ese momento. Ella explicó que, inicialmente, los líderes cubanos mostraron gran admiración por el espíritu pionero de Israel y vieron el kibutz como un modelo digno de emular. Varios de estos líderes habían recibido incluso sus primeras lecciones de marxismo de los judíos.
En 1960, un alemán judío llamado Richard Wolf (castellanizó su nombre como Ricardo Subirana y Lobo), que había ayudado a Castro a derrocar al anterior dictador cubano Fulgencio Batista, fue nombrado enviado de Cuba a Israel. En el período durante el cual Wolf sirvió en Israel, expertos agrícolas del Movimiento Kibutziano fueron enviados a Cuba con la participación del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel y bajo la cobertura de una asociación de relaciones entre Israel y Cuba.
Wolf permaneció en su posición hasta que las relaciones diplomáticas fueron cortadas en 1973, y luego permaneció en Israel. Wolf y su esposa fundaron la Fundación Wolf, que hasta el día de hoy otorga el Premio Wolf en las artes y las ciencias.
El hecho de que Cuba e Israel estuvieran en lados opuestos en la Guerra Fría contribuyó al deterioro de los lazos entre los dos países. La actitud de Cuba hacia Israel también declinó a lo largo de los años, al desarrollar vínculos más fuertes con países como Egipto, Libia y Argelia, seguidos por la relación que desarrolló con el movimiento de liberación palestino bajo el architerroristaYasser Arafat.
Los resultados también fueron visibles de manera más práctica. Entre 1967 y 1973, Cuba votó en contra de Israel en diversos foros internacionales. En septiembre de 1973, Castro anunció de repente que estaba cortando las relaciones con Israel en un momento en que buscaba ser elegido presidente del Movimiento de los No Alineados, que era hostil hacia Israel. En 1975, Cuba apoyó la Resolución de las Naciones Unidas 3379, que calificó al sionismo como una forma de racismo.
Al mismo tiempo que los lazos entre los dos países se erosionaron, el gobierno cubano mantuvo una actitud respetuosa hacia su propia comunidad judía y trabajó para combatir las manifestaciones de antisemitismo. Esto a pesar de que la mayoría de los 15.000 judíos de Cuba abandonaron el país cuando Castro tomó el poder, y a pesar de la ideología comunista atea de Cuba.
Tras la caída del comunismo y la desintegración de la Unión Soviética, la situación obligó a Cuba a demostrar una mayor flexibilidad y apertura para poder sobrevivir económicamente.
A la luz de esto, se desarrollaron vínculos informales entre Israel y Cuba -incluyendo el turismo, los vínculos comerciales (en los campos de bienes raíces, agricultura e industria, en parte debido a la participación de Rafi Eitan, ex oficial de inteligencia del Mossad y ministro del gabinete).
En 1994, el rabino Yisrael Meir Lau, rabino jefe Ashkenazi de la época, visitó Cuba y se reunió con Castro para discutir la situación de la comunidad judía local. El rabino Lau pidió a Castro que aprobara la importación de carne casher, pero el líder cubano rechazó su petición, alegando que si la comunidad judía consume carne mientras que el cubano promedio recibe pan racionado del gobierno, generaría una diferencia social que creará antisemitismo.