Unha reportaxe sobre as mulleres no Exército de Israel publicada a semana pasada no semanario YO DONA e asinado polo correspondente de El Mundo en Israel, Sal Emergui
.
Al cumplir los 18 años, la vida de las jóvenes israelíes se interrumpe: en vez de entregarse a las preocupaciones propias de su edad, deben ponerse el uniforme y consagrar dos años a defender su país -una obligación moral arraigada en el ADN de Israel desde su fundación-. Pero hoy en día las ambiciones individuales se imponen, y el patriotismo del fundador David Ben Gurion es menos atractivo que el ritmo de Beyoncé o el sueño de emular a Scarlett Johansson, amada en Israel por su belleza y también por ser judía. Una lucha de valores que estalló con las declaraciones de su modelo más internacional, Bar Refaeli. «Prefiero estar en una pasarela en Nueva York y ganar mucho dinero a morir defendiendo mi país», confesó la novia de Leonardo DiCaprio, que se escaqueó del servicio militar gracias a un casamiento ficticio. El Tsáhal (en hebreo, Ejército de Defensa de Israel) es el único en el mundo que recluta por ley a las mujeres. Dos años de servicio moldean la personalidad de una chica de 18 años. Y más teniendo en cuenta que se trata de un Ejército que ha protagonizado numerosas guerras y controvertidas operaciones -la última, el ataque en mayo a una flotilla humanitaria con destino a Gaza-, que han despertado duras críticas internacionales.
.
Se suele decir que «de la adolescente que entra en el Ejército sale una mujer de 20 años». Cuando cumplen la mayoría de edad, deben hacer sólo dos años de servicio, uno menos que los varones. El 56% de las israelíes se alista. El resto aduce todo tipo de motivos. Las religiosas y ultraortodoxas que no deseen servir cumplen el Sherut Leumi (servicio social) como voluntarias en hospitales, asilos o centros de ayuda. Allí se encuentran con árabes-israelíes, que tienen exención de la mili. La diplomacia israelí hubiera firmado gustosamente la exención de Eden Abergil, de 21 años, la ex soldado que se ha hecho tristemente famosa y que ha protagonizado el último gran escándalo en el Tsahal: un año después de abandonar el Ejército, Abergil difundió hace un par de semanas en internet decenas de fotos con sus experiencias. Bajo el título El Ejército, la época más bonita de mi vida, colgó 55 imágenes en Facebook. Nada especial teniendo en cuenta que los jóvenes -sean de Israel, España o Japón- vuelcan su vida real en la red. La diferencia es que Eden colgó tres en las que sonríe con presos palestinos esposados y con los ojos vendados. El Ejército lo condenó tajantemente, mientras grupos de derechos humanos la acusaron de «humillar y denigrar a los presos». «Lo que ha hecho es una vergüenza que daña Israel», admiten en el ministerio de Exteriores israelí después de que las imágenes dieran la vuelta al mundo. Abergil, ahora ya en la reserva, trata de quitarle hierro al asunto: «Fue todo una cosa de chicas, una broma. Una amiga me hizo tres fotos cerca de los presos. Si te fijas bien, no hay ningún gesto obsceno. No quise humillar a los palestinos
.
Yo siempre les traté con dignidad», explica a YO DONA. Este affaire refleja en su versión más extrema la dicotomía de la joven israelí, que no es sino la de todas las jovencísimas reclutas que cada año se incorporan a las Fuerzas Armadas nada más cumplir 18 años. Por un lado, sirve en el Ejército de un país en permanente conflicto, lo que le hace vivir experiencias que pocas chicas de su edad en Europa se imaginan (complejas operaciones de combate y rescate o tensas guardias en puestos de control en zonas palestinas). Por otro, al fin y al cabo, tiene sólo 18 años, y como es normal a esa edad, muchas ganas de divertirse, encontrar novio y hacer muchos amigos, lo que aboca a dejarse llevar por tentaciones terrenales,. como colgar fotos en Facebook. Una práctica que en el caso de Abergil se convirtió en lamentable y repudiable. Detrás del uniforme verde olivo se esconden niñas recién salidas del instituto que lo último que desean es la disciplina militar. Esto está provocando una nueva tendencia: el aumento de chicas que, para no alistarse, se declaran religiosas. En algunos casos sospechosos, detectives espiaron y fotografiaron a la chica en cuestión besando en la calle apasionadamente a un chico o acudiendo a una discoteca en el descanso sabático, conductas que no son propias precisamente de una devota.
.
El Ejército ha tratado de evitar que ocurrieran casos como el protagonizado por Abergil. Subir fotos en uniforme o con un fusil en las redes sociales es una violación no sólo de las normas éticas, sino también castrenses. En varias ocasiones se ha amonestado a soldados por revelar información secreta y «arriesgarse» en una realidad virtual sin fronteras ni controles. No hay que olvidar, sin embargo, que conceptos como la defensa de la patria o el orgullo nacional son difíciles de asimilar con 18 años, aunque también es cierto que en Israel estos sentimientos se maman de pequeño.En 62 años de historia de su país las féminas han protagonizado una gradual revolución en el Ejército, verdadera piedra angular de la sociedad. Hoy representan el 34% de las Fuerzas Armadas, ocupando el primer puesto mundial de presencia femenina. No sorprende ver una joven instruyendo a unos tanquistas en las arenas del desierto del Néguevo pilotando un caza de combate F-16 en los cielos de Oriente Próximo. «Los mejores a la Fuerza Aérea.» Es una expresión para reflejar el prestigio de este cuerpo, donde los que aspiran a ser pilotos deben superar el curso más duro y exigente, tres años de pesadilla mental y física.
.
Los veteranos recuerdan otra expresión, menos conocida y mucho más machista: «Y las mejores, a los pilotos.» Hoy, las mejores simplemente son pilotos, lo que refleja muy bien la revolución protagonizada por las féminas.Lejos de las pasarelas de Refaeli y, por encima de las nubes, vuela Sari. Capitán en la reserva, con 32 años, es la primera madre que pilota aviones de combate. Hace 12 se convirtió en la primera mujer que superó las durísimas pruebas de acceso, participando en muchas operaciones hasta su retirada. Tras lograr el título universitario de nutrición, casarse y ser madre, Sari aprovechó las vacaciones de maternidad para volver a su F-16. «Es una sensación increíble volar a una velocidad inimaginable, en un aparato tan poderoso», confiesa. «Quiero demostrar que seguimos comprometidos a dejarlo todo, por mucho que duela, para defender el país», explica Sari, que realizó varias misiones en la guerra del Líbano (julio de 2006). Tras volver de un vuelo en esa contienda, y al ver que no le llegaba la regla, se hizo la prueba de embarazo. Salió positivo. «Mi primera llamada no fue a mis padres, sino a mi oficial, para avisarle que no iría a mi próxima guardia. No sabía qué le podía pasar al feto volando en un F-16 y en medio de una guerra», rememora.
.
Hoy pilota sabiendo que le espera su hijo en casa. «Tras dar a luz, me di cuenta de la enorme responsabilidad que supone. ¿Cómo voy a salir a una misión con el riesgo de no volver viva? Pero decidí que debía seguir volando. Cuando sea mayor, lo entenderá.» Recuerda con emoción a la fallecida sargento Keren Tendler, mecánica del helicóptero Yasur, que fue alcanzado por un misil del grupo libanés Hizbulá el 12 de agosto de 2006. Tenía 27 años.En tierra, y más joven que Sari, encontramos a Hadar, de 19 años, oficial responsable de una batería antimisiles Patriot. «A algunos soldados les choca ver a una instructora que les da órdenes, pero en Israel es normal ver mujeres oficiales», asegura. «Siento que defiendo a mi familia. Gracias al Ejército, Israel sigue existiendo. Las amenazas en esta región son numerosas y tenemos que estar preparados.»Otra oficial, Aina Volvoter, de 25 años, tiene una misión delicada: con la ayuda de la batería antimisiles, debe proteger el lugar más sensible, la central nuclear de Dimona, al sur de Israel. Bajo sus órdenes, 57 soldados, muchos de ellos más mayores que ella. «Es un reto servir aquí, pero también muy gratificante saber que contribuyes a tu país», explica con orgullo. Pese a que sólo puede ir a casa una vez cada tres semanas, no envidia a sus amigas que están en la universidad y tienen una vida social mucho más rica. O por lo menos normal. Duras condiciones en el terreno, sin ducha caliente y la comodidad de casa pero un sueldo mensual de 8.000 shékels (1.600 euros).
.
Las mujeres constituyen actualmente el 42% de los altos mandos. Y de la decena de oficiales encargados de las cruciales baterías antimisiles, cuatro son féminas. «No es una discriminación positiva. Ellas están aquí por méritos propios, profesionalidad y mucho carisma», justifica el coronel Daniel Milo. Sí detecta, no obstante, diferencias en la forma de mandar: «Los hombres son más agresivos, mientras que las mujeres obtienen los mismos resultados pero con métodos diferentes». Entrar en un restaurante y ver chicas de 18 años comiendo con el fusil al lado es una escena normal en Israel, donde todo ciudadano debe alistarse. Hay excepciones, como los árabes, o los ultraortodoxos judíos, que prefieren estudiar y rezar para que venga el Mesías, que es «más poderoso que un F-16», aseguran.En la guerra del 48, las israelíes fueron muy activas en el frente de combate. No había remedio debido a la inferioridad numérica. En los 50, y tras casos en los que las soldados fueron capturadas por el enemigo, se decidió que las mujeres sólo servirían en la retaguardia. En los 70, el 44% de los puestos del Tsáhal les estaba vetado. Hoy, el 92% de los cargos está abierto a la mujer, incluyendo funciones de combate (como la unidad de élite mixta Karakal). Ninguna mujer ha llegado todavía a la jefatura del Estado Mayor, pero también es cierto que Golda Meir, en su calidad de primera ministra (de 1969 a 1974), fue la máxima responsable del Ejército. La revolución se produjo en los 90 gracias, sobre todo, a Alice Miller. Esta joven exigió entrar en el inalcanzable curso de pilotos, el Sancta Sanctorum del modelo machista imperante. Tras recurrir al Tribunal Supremo, Miller abrió el camino, aunque al final no pudo superar los exámenes de entrada.
.
Una vez conquistada la aviación, las mujeres empezaron a romper fronteras psicológicas y ocupar numerosos puestos de responsabilidad. Por ejemplo, tras la retirada de Gaza en 2005, Israel creó un sistema de observación en la frontera que combina aviones sin piloto, cámaras y radares. Un dispositivo tecnológico que es coordinado por mujeres soldado. Más visible es su presencia en los chekpoints repartidos entre las ciudades y aldeas cisjordanas. Muchas de ellas viven de cerca el conflicto. Una joven armada y apostada en un control en Cisjordania reconoce: «Es evidente que no es agradable estar aquí sabiendo que los palestinos a los que debes pedir los papeles, a veces, incluso de la edad de tu abuelo, te odian. Pero la alternativa es que aumente el riesgo de atentados terroristas en nuestras ciudades». Para los palestinos, da igual que sea una chica o un chico el que esté en el puesto de control: «No hay diferencias, se trata de un soldado de la ocupación. Aunque sea rubia, sigue siendo un representante del Ejército responsable de la muerte de muchos palestinos y parte de la maquinaria que provoca injusticias», opina un joven de Ramala antes de cruzar el checkpoint de Kalandia para llegar a Jerusalén. «Si por culpa del checkpoint debo levantarme a las cuatro de la mañana para ir a trabajar, ya que no quiero esperar mucho tiempo allí, me da igual si enfrente hay una o un soldado. Sigue siendo el enemigo en mi tierra», añade otro.En la masiva ofensiva contra Gaza en 2008, en la que murieron 1.400 palestinos, entre ellos, centenares de civiles, participaron 2.500 mujeres del servicio obligatorio y 1.200 reservistas. El 31% lo hizo en los servicios de inteligencia.En una base al sur del país, nos recibe en una pista colateral Shiri, piloto de combate con sólo 22 años. «Es una victoria para mí y el resto de mujeres que deseamos ser iguales que los hombres.
.
Cuando estás en la cabina, tienes una responsabilidad tan grande que debes mostrar máxima concentración; da igual si eres hombre o mujer. Aunque, a veces, nos hacen bromas, como cuando piloté con una compañera y, al aterrizar, los chicos bromearon preguntando quién nos había ayudado a aparcar en la pista», explica sonriendo. Le preguntamos qué siente una chica tan joven pilotando un avión tan letal y sofisticado. « Hay veces que realmente tienes miedo, sobre todo cuando las condiciones climatológicas son malas. Pero no tengo miedo a caer en cautiverio.» - ¿Qué siente cuando en una operación mueren civiles? - Una gran tristeza, porque no es el objetivo de la Fuerza Aérea, y muchísimas misiones se anulan en el último momento para evitar precisamente la muerte de los que no son terroristas.Chicos y chicas suelen servir en la misma unidad, base u oficina, por lo que, dicen, «el Tsahal es el mejor lugar para encontrar pareja». Las estadísticas confirman que surgen muchos matrimonios. El general en la reserva Yftah Rontal se opone a una excesiva cercanía: «Puede influir negativamente en la disciplina del grupo. Se han registrado casos en los que un y una soldado han mantenido relaciones sexuales mientras hacían una guardia conjunta».El acceso de las soldados a las unidades de combate se enfrenta a dos barreras, física y religiosa. Una investigación militar destacaba que las mujeres son físicamente inferiores en muchos aspectos. Por ejemplo, una soldado puede transportar 20 kilos menos que un hombre. Una chica que lleva un chaleco de protección pesado puede sentarse en una guardia, mientras ellos lo tienen prohibido. «Las soldados tienen los huesos más débiles», dice el informe. Los sectores más religiosos temen el inevitable roce entre los dos sexos, pero la mayoría suele hacer la vista gorda. Sin embargo, un pequeño grupo ultraortodoxo llamado Sanedrín exigió hace dos años la expulsión de las mujeres del ejército argumentando que «suponen un elemento de distracción para los hombres, provocan interferencias en la conciencia. La presencia de las mujeres en el Ejército es uno de los motivos de los fracasos en el campo de batalla».La cúpula militar ignoró esta petición.
.
Lo que sí ve con preocupación son los casos de acoso sexual. Algunos oficiales aprovechan su cargo para acosar a las jóvenes soldado, temerosas de denunciar a su jefe. Para combatirlo, una estricta política establece duros castigos y cada mujer que es reclutada recibe un manual de bolsillo con consejos y teléfonos a los que acudir en caso de ser acosadas. Los tiempos han cambiado. Lo que hoy es un comentario sexual inadecuado, o incluso acoso, hace varias décadas era flirteo. Algunos oficiales se plantean unificar el periodo militar en tres años sin diferencia de sexo. Un general con el que hablamos no sabe si se cumplirá, pero tiene una previsión: «Antes del centenario de Israel, tendremos una jefa del Estado Mayor». Difícil, pero más probable que la paz entre Israel y los palestinos.
As imaxes que ilustran a reportaxe son da fotógrafa israelí Rachel Papo
No hay comentarios:
Publicar un comentario