"Ás catro da mañá, nunca se sabe se é demasiado tarde, ou demasiado cedo". Woody Allen







lunes, 16 de agosto de 2010

¡La felicidad a-a-a-a!...



La revista Forbes continua publicando sus gustadas y también polémicas listas. Esta semana llegó el turno de conocer cuales son los países más felices del planeta. Las naciones elegidas tienen varios aspectos en común: sus economías son estables y su nivel adquisitivo es alto; por esas razones sus habitantes disfrutan vivir en ellas. Créase o no, Israel empata el 8° lugar con Canadá, Suiza y Australia.

Eso sí, Israel superó con creces a sus vecinos menos felices: Jordania 52, Líbano 73, Egipto y Siria 115 y los territorios palestinos en el lugar 88 de la lista. Además, para tener una noción de nuestra dicha, bienestar y prosperidad, vale la pena tomar en cuenta que Estados Unidos figura apenas en el 14° lugar e Inglaterra en el 17. ¿Alguien todavía necesita un green card?

Pero lo inexplicable de nuestra inmensa algarabía es que el estudio mostró que esa felicidad estaba altamente correlacionada con una ubicación regional privilegiada. Eso suena lógico cuando se trata de los países escandinavos que se encuentran en los primeros lugares. Más sorpresivo es cuando se refiere a nosotros que vivivmos rodeados por Hezbolá, Hamás, la Yihad Islámica, la Hermandad Musulmana y Al Qaeda, entre otros, y donde cada vez que hay vacaciones los servicios de seguridad nos advierten para que no viajemos a Sinaí, Jordania, Turquía o Egipto. Ahora resulta que, a pesar de todo este paquete, estamos locos de contentos.

Entonces, si dejamos de lado el conflicto con los palestinos, el terror islámico, el proyecto nuclear iraní, los misiles que caen en el norte y en el sur, una guerra cada dos años, las broncas entre laicos y ortodoxos, las condenas de la ONU, las flotillas humanitarias, Gaza, las colas en los bancos y la corrupción de nuestros políticos, ¿qué diablos nos hace tan felices?

Es verdad que nuestra economía es moderna y competitiva, que somos una potencia mundial tecnológica, que tenemos libertad de expresión e igualdad de oportunidades, entre otras cosas. Pero hay algo que realmente nos lleva a desbordar alegría.

La selección nacional de fútbol israelí nunca participa en el Mundial. Al ser Israel un estado constituido por inmigrantes llegados de todos los confines de la tierra, esto posibilita que podamos alentar a nuestras selecciones de origen sin necesidad de pecar de antipatriotismo, o bien estar a favor del equipo de turno cuyo país no nos condena constantemente de genocidas o imperialistas. ¿Que más se puede pedir?
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Deixovos cun paseo polo Boulevard Ben Gurion de Tel Aviv

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