"Ás catro da mañá, nunca se sabe se é demasiado tarde, ou demasiado cedo". Woody Allen







sábado, 17 de abril de 2010

De OVNIS e loita de clases....‏


La vía extraterrestre al socialismo
Por Tomás Aguerre (grazas Iñaki)
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Pero J. Posadas redoblaría la apuesta, y en 1970 crearía su propia Internacional, en una demostración empírica del voluntarismo ambicioso del buen trotskista. Convengamos: no ha de haber sido fácil mantener los pies en la tierra luego de la creación de una internacional hecha a su medida. La discusión respecto de las intenciones ocultas de sus ideas no importa tanto a este texto como sus fascinantes características. Y nunca, al menos tan literalmente, las ideas de un trotskista abandonaron tanto la Tierra como en el caso de Posadas. Si la historia de los años ’70 puede ser escrita rememorando los cantos que acompañaban las manifestaciones, uno de ellos, dedicado desde el peronismo al trotskismo, no puede dejar de acompañar a esta historia: “no son bengalas/ ni luces de colores/ son los trotskistas/ en platos voladores”. A veces, como en este caso, una ironía, una humorada, termina transformándose en realidad, y deja en ridículo a la propia ironía.
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En términos de pura lógica, no podría aseverarse ciertamente que J. Posadas afirmara la existencia de los extraterrestres. El dirigente trotskista tuvo la precaución de utilizar el condicional para dar cuenta de que, en caso de existir entre nosotros, los extraterrestres debían ser, necesariamente, socialistas. La ecuación es simple: si esos seres llegaban a la Tierra, entonces habían desarrollado sus fuerzas productivas de manera más veloz que nosotros; y eso evidenciaba (o era el resultado de, depende la versión del comunismo a la que uno eventualmente adscriba) que los extraterrestres ya disfrutaban de una sociedad comunista. Ese descubrimiento, de una lógica implacable, habilitó a Posadas a asegurar que debía llamarse “compañeros” a semejantes seres, con quienes debía establecerse una solidaridad intergaláctica que propiciara el surgimiento del comunismo -totalmente- universal.
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Fue así como J. Posadas pudo poner en superficie las ideas que amasaba desde antes. En 1968, en su libro “Los platillos voladores, el proceso de la materia y la energía, la ciencia, la lucha de clases revolucionaria y el futuro de la humanidad”, sostenía que “hay que convocar a las masas, crear las condiciones para derrumbar el capitalismo y la burocracia de los estados obreros e instaurar el socialismo. Es necesario decir a los seres de otros mundos, si aparecen, que deben intervenir ya, colaborar con los habitantes de la Tierra para suprimir la miseria, es necesario hacerles ese llamado”. Efectivamente, no puede deducirse de dicha afirmación la existencia necesaria de seres de otros planetas. Como una especie de agnosticismo, o quizás de simple racionalismo ufológico, la tesis posadista cumplía con la precaución del condicional, algo que había sido utilizado por otro marxista que ya en 1920 había abordado el tema del socialismo y el contacto interplanetario. “Si lográramos establecer comunicaciones interplanetarias, todos nuestros conceptos filosóficos, morales y sociales tendrían que ser revisados. En tal caso, el potencial técnico, no reconociendo más límites, impondría el fin de la regla de la violencia como medio y método de progreso”, había dicho frente a H. G. Wells nada menos que ese otro célebre portador de seudónimo, Vladimir Ilich Uliánov -Lenin, para los amigos-, y sorpresivo precursor de la vía extraterrestre al socialismo.
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El Libro Negro del posadismo
Pero menos pacífica que la tesis leninista sobre los extraterrestres, aunque igual de sugestiva para los amantes de la ciencia ficción, fue la idea de una vía nuclear hacia la construcción de una nueva sociedad. Treinta años antes de la presidencia de George Bush en Norteamérica, J. Posadas se adelantó a la doctrina de la guerra preventiva. Pero si la doctrina es la misma -la necesidad de prevenirse de los ataques atacando-, existe una sutil diferencia: J. Posadas planteaba la necesidad de una guerra preventiva, justamente, contra los Estados Unidos. Es difícil afirmar si se trataba de esta misma guerra o si en realidad era otra, pero lo cierto es que nuestro personaje sostenía, también, el advenimiento de una guerra nuclear, cuya consecuencia sería el surgimiento de un comunismo más limpio desde sus raíces: “la guerra atómica preventiva de los estados obreros contra el imperialismo es imprescindible para avanzar hacia el comunismo con lo que quedará de la humanidad”.
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Llegado este punto, cabe reiterar que no nos interesan los motivos ocultos tras estas ideas. Porque así como sus propios seguidores fundaron la Cuarta Internacional en su nombre, también existen los detractores de Posadas, quienes sostienen que el líder trotskista no era sino “un equivalente marxista del pastor supremo de la Iglesia de los Últimos Días”, un talentoso vividor que se financió con las donaciones que recibía para la construcción de los refugios nucleares, a los que sólo sobreviviría el trotskismo. Algunas acusaciones son, incluso, un poco más personales. Rumores de una supuesta internación en un psiquiátrico en los años ´40, rispideces con la guerrilla guatemalteca de Yon Sosa por 50.000 dólares, y la difamante acusación de seducir a militantes casadas, solteras o viudas ante la estupefacción de otros militantes, que dan cuenta de lo que debería ser el Libro Negro del posadismo.
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Una última tesis, entonces, que refuta la vida y obra de J. Posadas, es que las posturas políticas extravagantes, además de residir en los márgenes, terminan por ser olvidadas con el paso del tiempo. Cualquiera podría decir que un movimiento sostenido en la creencia en una guerra nuclear, una invasión preventiva a Estados Unidos y la llegada de los extraterrestres como vía al comunismo, no podría sobrevivir ni siquiera a su creador. Mucho más cuando, por el momento, ninguna guerra nuclear ha tenido lugar, y tampoco los extraterrestres comunistas han dado señales. Pero si algo caracterizó la vida y obra de J. Posadas fue su capacidad para vincularse con los escenarios políticos reales. Es así que la Cuarta Internacional Posadista aún subsiste (cuartainternacionalposadista.org) y, a pesar de los antecedentes de su fundador, sostiene posiciones políticas que, discutibles o no, tienen su anclaje en los sucesos cotidianos de la política. Mucho más, ciertamente, de lo que muchos partidos trotskistas, que piden por el retiro de las tropas de Irak en Callao y Corrientes, pueden decir de sí mismos.
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Posadas vive: el POR
El Partido Obrero Revolucionario (Trotskista Posadista) forma parte de una coordinadora de movimientos sociales (Central de Movimientos Populares) ligadas al referente social Luis D´Elía. Por si algo le faltaba a esta historia, el posadismo en versión 2010 es... kirchnerista. A pesar de sostener la necesidad de la revolución socialista y el liderazgo de J. Posadas, el POR ha manifestado en varias ocasiones su adhesión al proyecto político del Gobierno de Cristina Kirchner. En ocasión del conflicto agrario durante el 2009, el POR llamó “al pueblo, los trabajadores, sin distinción de banderías políticas, a los sindicatos, la CGT, la CMP, a todos los movimientos sociales, culturales y políticos, a defender la democracia alcanzada y sostenerla respaldando la gestión del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como parte de este progreso en transición”.
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El trotskismo-posadista ha defendido desde tesis que implicaban marcianos, hasta la necesidad de sostener el gobierno de Cristina Kirchner. Se dirá que ese pragmatismo del posadismo conspira contra el principismo del trotskismo clásico. Habrá que preguntarse cuál de los dos trotskismos es más efectivo a la hora de incidir sobre los sucesos de la vida política: si uno que apuesta -equivocadamente o no- por construir políticamente con los sectores de poder real, y sostener, por ejemplo, que la Ley de Servicios Audiovisuales es un avance, o el trotskismo clásico del Partido Obrero que, jamás ligado a tesis extraterrestre alguna, aseguró que el proyecto de ley kirchnerista fue una forma de asegurar una porción de los medios a la Iglesia, las ONG y las camarillas empresariales de las universidades. Resta pensar si, algunas veces, los que creen en extraterrestres no serán, en realidad, los más racionales.
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J. Posadas (también referido erróneamente como Juan Posadas) fue un dirigente trotskista argentino. Nació en 1912 y falleció en 1981. Homero Cristali, tal su nombre real, alcanzó una visión personal del socialismo que se conoce como posadismo. Su nombre completo era Homero Rómulo Cristali Frasnelli, y antes de destacarse como dirigente del Partido Socialista Obrero fue jugador de fútbol de Estudiantes de La Plata y zapatero. Hijo de inmigrantes, nació en la Argentina en 1912. Luego de cumplir los 20 años comenzó a desempeñarse como obrero del calzado en Córdoba y se convirtió en delegado gremial de izquierda. Hacia fines de los años 30 integraba las filas del Partido de la Revolución Socialista, que se afilió, en 1941, a la Cuarta Internacional fundada por León Trotsky. El nombre J. Posadas fue el pseudónimo político o nombre de guerra utilizado por Homero Cristali. Cuando en 1953 la Cuarta Internacional se dividió entre su Secretariado Internacional y su Comité Internacional, Posadas tomó partido por el secretario Michel Pablo, a quien apoyó con tropa propia en Argentina, Brasil, Bolivia y Cuba. Luego de que algunos posadistas pelearan con las armas junto a Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara en la campaña que finalmente derrocó al dictador cubano Fulgencio Batista en 1959, sólo dos años después, en 1961, el posadismo se pronunció contra el gobierno de Fidel Castro. En 1970 el posadismo formó su propia Cuarta Internacional conocida como la Cuarta Internacional Posadista. Tras convertirse en un destacado dirigente de la Cuarta Internacional de Latinoamérica, sus controvertidas ideas —entre las que se destaca la visión de que si los extraterrestres estaban entre nosotros,[cita requerida] si habían contactado con la Tierra, sólo podía ser explicado porque eran seres más adelantados y con una sociedad superior a la humana: seres que ya conocían y disfrutaban de una sociedad comunista avanzada: seres definitivamente internacionalistas, interplanetarios y, por lo tanto, lo propio era que llamáramos “compañeros” a estos seres y que junto con ellos articuláramos una solidaridad superior, una solidaridad intergaláctica, un comunismo verdaderamente universal; o la idea de que una guerra nuclear era inevitable pero propiciaría el surgimiento de un comunismo más limpio desde sus raíces— le valieron adeptos que crearon su propia escisión de la Cuarta Internacional, que llevó el nombre de Cuarta Internacional Posadista. Esta organización apoyó entre otros movimientos una guerra preventiva contra los Estados Unidos para acelerar el renacimiento de la sociedad mundial.

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