LA RESPUESTA QUE NO
QUISIERA ENCONTRAR
Pedro Gómez-Valadés
Publicado en ABC - 01.08.2014
No es normal, personas de
normal sosegadas llegan a perder la mesura, e incluso en muchos casos
huyen por completo del raciocinio de una manera tan brutal que en
estos días estamos leyendo cosas, que tendríamos que remontarnos a
la Europa de los años 30-40 o ir directamente a las hemerotecas a la
búsqueda de aquel infausto panfleto de la Alemania nazi llamado Der
Stürmer para encontrar barbaridades de tal magnitud.
Estos días estamos
viviendo una dura escalada en el conflicto provocado por Hamás y que
llevó a la respuesta de Israel. No calificaré de proporcional o
desproporcional la respuesta israelí cómo nadie califica de
proporcional o no la ofensiva militar del gobierno de Ucrania contra
los rebeldes separatistas prorrusos por ejemplo. Ni en Ucrania ni en
ninguna parte. Nadie demanda nunca proporcionalidad militar a no ser
cuando uno de los actores es Israel.
Además, ¿De que estamos
hablando cuándo hablamos de “proporcional”? ¿Sería por ejemplo
que si Hamás o la Yihad islámica dispararon, pongamos por caso,
3000, 4000 misiles y cohetes indiscriminadamente contra la población
civil israelí, debería entonces Israel en “reciprocidad
proporcional” disparar esa misma cifra de misiles también
indiscriminadamente contra la población gazatí? Sin duda ese
disparatado escenario habría multiplicado el número de víctimas
hasta cifras infinitamente superiores a las actuales. En todo caso
esta es una mera pregunta retórica ya que estoy seguro de que la
única proporcionalidad que muchos de los críticos de Israel y de su
derecho a existir aceptarían sería la de no hacer nada. Soportar
estoicamente el constante ataque terrorista contra sus ciudadanos.
A todos los que militamos
en nuestra condición humana nos duele profundamente el dolor y el
sufrimiento de las víctimas civiles, no solo en Gaza o en Israel,
también en otros muchos lugares del mundo. Nos duele y deseamos el
fin definitivo de las constantes amenazas de violencia que disparan
espirales que desde el mutuo reconocimiento palestino-israelí al
derecho a existir, nunca se dispararían. Porque en este actual
conflicto no podemos olvidar que es Hamás quien provoca y comienza
un enfrentamiento en el que los gazaties son sus propios rehenes,
gazatíes que pueden y deben vivir en paz y buena vecindad con
Israel, para lo cuál es preciso que la Franja de Gaza vuelva a ser
administrada por la Autoridad Nacional Palestina y no por los
dictados del fundamentalismo islámico de Hamás. Y aquí llegamos la
gran anormalidad que rodea a este conflicto palestino-israelí por
estos lugares.
Porque muchos de los que
estos días escriben y hablan indignados por la operación militar
israelí contra el grupo islamofascista Hamás, no tuvieron ni tienen
una reacción ni por asomo semejante en otros muchos duros conflictos
que desgraciadamente hay en el mundo. Y muchos escriben y opinan
dando por cierta toda la información que Hamás permite a los medios
enviar y que es aceptada como verdad absoluta sin necesidad de
verificar o contrastar las informaciones. Algo así como se después
del atentado contra Hipercor hubiera sido la propia ETA la encargada
de elaborar el informe para los medios y nosotros hunieramos dado
crédito a esa información.
Estos días a pocos
kilómetros de la Franja de Gaza, en la castigada y olvidada Siria,
en solo 48 horas en el fin de semana del 19 y 20, más de 700
personas murieron en el transcurso de los violentos choques entre
fuerzas gubernamentales y rebeldes. Y son ya más de 150.000 los
muertos y cerca de 3.000.000 los desplazados y refugiados de la
guerra civil siria. Incluso sin salir de Siria, vayamos a la
periferia de Damasco donde está situado uno de los mayores campos de
refugiados palestinos, Yarmuk, con 160.000 residentes y que desde
hace un año sufre el asedio implacable de las tropas de Assad y de
grupos yihadistas con la denuncia pública de la UNRWA (agencia de
Naciones Unidas para los refugiados palestinos) y de la Media Luna
Roja sobre la “apocalíptica situación por la que atraviesan los
residentes en Yarmuk”. Sin la posibilidad de entrar ni salir, ni de
abastecer prácticamente de nada a los residentes en el campo. Ni
víveres ni asistencia médica. Lo cual ha provocado cientos de
muerte por hambre y frío además de las víctimas del conflicto
armado. No es este un bloqueo que abre y cierra pasos fronterizos
para la entrada y salida de mercancias y personas, es un asedio
militar puro y duro. Y aquí nadie dice absolutamente nada de estos
palestinos acaso invisibles si no tienen la sombra de Israel.
Podría extenderme en la
infinidad de conflictos olvidados en los cuatro puntos cardinales del
globo, alguno en nuestra propia Europa, a muy pocas horas de vuelo,
otros cómo Irak y la terrorífica brutalidad genocida del Estado
islámico, y muchas otras guerras y conflictos con millares o incluso
cientos de miles de desplazados y muertos, pero pienso que sólo y
por su cercanía geográfica con la Franja de Gaza el ejemplo de
Siria y Yarmuk son más que de sobra clarificadores.
E insisto, nadie convoca
manifestaciones, ni concentraciones, ni hace declaraciones, emite
comunicados en condena del “genocidio” sirio. Nadie reclama el
boicot a Siria, como nadie lo reclama contra ninguno otro estado en
el planeta. Sólo un estado en el mundo es merecente de los llamados
de nuestros solidarios selectivos al boicot y la movilización. El
estado judío de Israel.
La respuesta al porque de
esta escandalosa doble vara de medir contra Israel es tan obvia, y
como europeo tan dramática, que hubiera querido no encontrarla...
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