"Ás catro da mañá, nunca se sabe se é demasiado tarde, ou demasiado cedo". Woody Allen







viernes, 29 de marzo de 2013

BNG e AGE referentes dos negacionistas



Unha das principais webs neonazis do mundo, defensora do "Orgullo branco", Unity of Nobility recolle a negativa de ambas as dúas formacións a condenar o Holocausto ("Holoinvento" na terminoloxía negacionista ainda que de momento o BNG e AGE non empregan este termo para negar o xenocidio nazi durante a IIGM) 

"Partidos españois non caen na propaganda israelí da Lembranza do Holoinvento". Con este titular, unha das principais webs internacionais de ultradereita, unityofnobility.com, refírese á decisión do BNG e de AGE de vetar a aprobación dunha Declaracións institucional no Parlamento galego condenando o Holocausto. "Os xudeus españois acusan a políticos de Galicia de bloquear unha resolución para conmemorar o Holoinvento porque se opoñen a Israel. (O mesmo acontece cos idiotas do mundo)". Sinala esta web negacionista e que a pesar de ser contraria aos movementos comunistas e de esquerda ve na actitude do BNG e AGE motivos para a loubanza. 

Salienta tamén que os voceiros do "partido esquerdista" AGE e do "partido nacionalista" BNG vetaron un proxecto de resolución que conmemora ás vítimas do que eles denominan "Holoinvento". Esta web recolle a información da axencia xudía de noticias JTA que faise eco da denuncia da Asociación Galega de Amistade con Israel sobre este veto. "Resolucións similares aprobáronse no 2010, 2011 e 2012 pero esta vez os representantes de AGE negaronse a aceptar a declaración en tres ocasións, tres intentos levados a cabo en diferentes reunións das Xuntas de Portavoces", apuntou Pedro Gómez-Valadés a JTA . Finalmente para loubanza da ultradereita xenófoba e negacionista europea o BNG e AGE consumaron a súa taxante negativa a condenar o Holocausto nazi a pesar de que no mesmo tamén foron asasinados centos de galegos 

A popular web de ultradereita tamén sinala que os departamentos de prensa destas dúas formacións non respostaron á solicitude da JTA para facer comentarios, mentras que Gómz-Valadés sinalou que, durante as conversas na Cámara, AGE e o BNG non apoiaron a declaración por considera "que o Holocausto é propaganda israelí". Posteriormente a que esta popular wen neonazi se fixera eco da nova, outros moitos portais da ultradereita europea como o tristemente coñecido Stormfront no que asinaba colaboracións regulares o neonazi noruegués Anders Behring Breivik, autor da masacre de 92 rapaces na illa de Utoeya no ano 2011 recolleron a nova e nos seus foros iniciouse unha intensa e activa participación dos lectores que deixou patente a ledicia do negacionismo europeo pola súa "vitoria" nunha "rexión española".

Hoxe chove...

 

Hoxe acordei co seu monótono son batendo contra o patio, petando cos seus dedos de auga no vidro. Onte deiteime co mesmo son, no mesmo patio e o mesmo rítmico golpear na miña ventá... e lembreime entón do mestre Ray Bradbury. Da súa maxistral “A longa choiva”. Unha desas pequenas grandes xoias da literatura de ciencia-ficción que gardo no meu caixón de supervivencia.

Na xente atopamos claramente as dúas tendencia. Quen se indigna porque chove na terra da choiva, e que di que gusta da choiva porque é parte seica da identidade desta verde terra verde de choiva. Eu confésome perante estas dúas tendencias enfrontadas, de extremo centro. Se chove...que chova. Que non chove...pois non chove.

E para celebralo, tirado do seu relato “A longa choiva” incluido no seu maxistral “O home ilustrado” deixovos algúns extractos de choiva e un blues. Que teñades todos un feliz e húmido venres de auga.

Llueve y llueve.
[...]
La lluvia continuaba. Era una lluvia dura, una lluvia constante, una lluvia minuciosa y opresiva. Era un chisporroteo, una catarata, un latigazo en los ojos, una resaca en los tobillos. Era una lluvia que ahogaba todas las lluvias, y hasta el recuerdo de las otras lluvias. Caía a golpes, en toneladas [...] horadaba los suelos y deshacía las zarzas. Encogía las manos de los hombres hasta convertirlas en arrugadas manos de mono. Era una lluvia sólida y vidriosa, y no dejaba de caer.
[...]
La lluvia cubría la superficie del río con un billón de puntos.
[...]
sintió la lluvia fría en las mejillas, en el cuello y en los móviles brazos. El frío le llegó a los pulmones. Sintió la lluvia en las orejas, en los ojos, en las piernas.
[...]
Es tan pesada. Es como un cañonazo.
[...]
la lluvia caía sin cesar en un permanente crepúsculo.
[...]
¿Y cuándo veían el suelo? ¿No era casi siempre un arroyo, un pantano, un estanque, un lago, un río, y luego, por fin, el mar?
[...]
Nuevos ríos nacían continuamente ante sus ojos, y los viejos ríos alteraban su curso… Ríos del color del mercurio, ríos del color de la plata y la leche.
[...]
caminaron bajo la lluvia. Bajo la lluvia que caía pesadamente y dulcemente, bajo la lluvia torrencial e incesante que caía a martillazos sobre la tierra y el mar y los hombres en marcha.
[...]
No sé qué hacer, para salir, de esta lluvia. No sé qué hacer, para salir, de ésta lluvia. No sé qué hacer…
[...]
Si pudiera recordar en qué consiste sentirse tranquilo.
[...]
Esta lluvia maldita, [...]siempre sobre uno! ¡No se oye nada más! ¡No se siente nada más!
[...]
los hombres pudieron ver ejércitos de gotas de lluvia [...]. Quince billones de gotitas, quince billones de lágrimas, quince billones de joyas en una vitrina forrada de terciopelo blanco. Y luego, [...]cayeron sobre los hombres, como una nube de voraces insectos, fría y dolorosa.
[...]
Cuando amaneció, la luz era gris, y seguía lloviendo.
[...]
Esta lluvia me pelará hasta los huesos.
[...]
Otros cinco minutos y luego me meteré en el mar y seguiré caminando.

Ray Bradbury – El Hombre Ilustrado – Extractos de “La larga lluvia”

miércoles, 27 de marzo de 2013

Diego Carcedo: “O réxime franquista non fixo nada por salvar aos xudeus dos nazis”



Diego Carcedo: “El régimen franquista no hizo nada por salvar a los judíos de los nazis”



El periodista asturiano Diego Carcedo (Sobrecueva, Cangas de Onís, 1940), acaba de publicar “Entre bestias y héroes. Los españoles que plantaron cara al holocausto”, un libro editado por Planeta y con el que ganó el premio Espasa de Ensayo en su XXVIII edición. Presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, Carcedo es un profesional con una dilatada trayectoria. En 1974 ingresó en Televisión Española y participó en el mítico programa Los Reporteros. Después ejerció como corresponsal en Lisboa y Nueva York, antes de ocupar la dirección de Informativos. También fue director de Radio Nacional de España.

¿Cómo acoge este galardón?

Primero con sorpresa. No lo esperaba. Y no estoy seguro de merecerlo. El título de Premio de Ensayo tengo la impresión de que me queda grande. Pero, claro, la respuesta no puede ser más que buena. Realmente me emocionó.

¿Qué le llevó a presentarse al premio Espasa de Ensayo?

Respondió a una sugerencia de amigos. Pero lo hice sin esperanza. Sabía muy bien que es un premio muy serio, con una tradición admirable y proporcionado por un jurado de un altísimo nivel intelectual y fama de riguroso y hasta bastante picajoso en sus apreciaciones.

Pues el jurado se decantó por su obra de forma unánime.

Eso me dijeron. Y eso me satisface un poco más, como me satisface saber que competía con trabajos muy interesantes que estoy deseando leer.

¿Había cultivado usted antes el género ensayístico?

Poco. El libro Entre bestias y héroes es una investigación y una recopilación histórica pero tiene la componente ensayística de aprovechar los hechos que se narran en el contexto en que se desarrollaron, tanto el escenario donde se perpetró el Holocausto — Alemania y países ocupados — como en España. Esta contextualización aporta creó un panorama que permite recordar y encuadrar aquellos años dramáticos en su espacio, en su tiempo en las circunstancias que lo fueron determinando.

¿Por qué vuelve a un tema que ya abordó antes cuando le dedicó un libro al Schindler español?

Me interesa desde hace mucho tiempo. Llevo años recopilando datos e información sobre el holocausto. Unos descubrimientos y unos contactos llevan a otro. Escribí Un Español frente al Holocausto, del que no se conocía prácticamente nada y el libro tuvo mucho éxito. Luego se hizo una película, El Ángel de Budapest , que pronto se estrenará en TVE, y las editoriales y revistas de historia me siguieron reclamando nuevos trabajos. Estamos, por decirlo de algún modo, recuperando el tiempo perdido. En España estos asuntos permanecieron en el olvido durante décadas. Creo que es importante que se conozca y me estimula contribuir a hacerlo el comprobar a diario que despierta interés. Estos días, por ejemplo, estoy sorprendido del éxito mediático que ha despertado “Entre bestias y héroes” y, por lo que me cuentan, la buena acogida que está teniendo en las librerías.

Esos españoles que ayudaron a los judíos, ¿actuaban al margen del régimen franquista?

Sin duda alguna. El Franquismo no hizo casi nada y podía haber hecho muchísimo para salvar vidas. Luego intentó capitalizar lo que hicieron algunos de sus diplomáticos por su cuenta. Incluso lo que hicieron algunos diplomáticos fue castigado cuando se supo en el Ministerio de Exteriores, particularmente en los tiempos de Ramón Serrano Súñer, un declarado y feroz antisemita, como ministro. Los particulares que ayudaron a judíos lo hicieron a escondidas y sabiendo lo que se jugaban. Alguno tuvo que huir de España. Y entre los que lo hicieron desde fuera, desde el exilio, alguno acabó pagando con su vida. Fue el caso del asturiano, de Oviedo, Francisco Ponzán Vidal.

¿Cuál fue su historia?

Desde su exilio en Francia montó una red clandestina para ayudar a los judíos a pasar a través de los Pirineos a España. Cuando fue descubierto fue detenido, fusilado por los nazis y sus restos quemados en el incendio intencionado del bosque donde se llevó a cambio la ejecución. Ponzán había nacido en Asturias pero estudió Magisterio en Huesca, donde había ejercido de maestro. En Aragón le rindieron homenajes. Le consideran un héroe. En Asturias sin embargo, hasta donde yo sé, se ignora su existencia.

¿A cuántos judíos consiguieron salvar esos españoles?

No hay manera de precisar el número. Utilizando cifras de algunos investigadores, que yo no me atrevo ni a rechazar ni a aceptar, entre 30.000 y 60.000. Pero podrían haber sido muchas más si el Régimen no se hubiese mostrado tan proclive y tan amigo de Hitler. Claro que Franco tenía muchas razones para estarle agradecido.

¿Cuál fue la actuación de la Iglesia en esta obra humanitaria?

El nacionalcatolicismo reinante colaboró poco, muy poco, casi nada. Antes al contrario, muchos obispos y curas dedicaron muchos sermones y homilías a atacar a los judíos de forma despiadada e injusta. Lo menos que les atribuían era haber matado a Jesucristo. Las hemerotecas están llenas de testimonios bochornosos de sacerdotes y prelados. Pero siempre hay excepciones muy honrosas como las de un fraile de Jaca que ocultaba a los judíos que llegaban en la sacristía o la historia del fraile que enseñaba idiomas en Valencia y acabó siendo fusilado por la Gestapo, víctima en buena medida de su bondad e ingenuidad. Pero, no era español, era austríaco.

¿Es usted un periodista reconvertido en historiador?

En mis libros cuento historias que deberían haber sido noticias y procuro contarlas no con la densidad que a menudo requiere la investigación histórica, si no de forma sencilla, es decir, periodística. Procuro que lo que cuento pueda ser leído y entendido por todos, incluida mi madre que tiene 94 años.


¿Su libro también es un ejercicio de memoria histórica?

Por supuesto. Son recuerdos convertidos en historia. Recuerdos quizá pequeños o menores de un hecho terrible, el hecho más terrible que la memoria nos recuerda todos los días: el holocausto. En España se intentó hacer olvidar por decreto hechos que ocurrieron y que no deben ser olvidados. No para reverdecer odios, desde luego, ni para estimular ajustes de cuentas. Deben ser recordados para que las futuras generaciones e incluso las presenten, eviten volver a repetirlos, aunque eso lo veo difícil. La Historia enseña, pero con poco éxito. La monstruosidad del holocausto ya la hemos revivido en tiempos más próximos en países como Camboya o Ruanda; y la sociedad mundial hizo muy poco o nada por evitarlo.

lunes, 25 de marzo de 2013

Eduardo Martín de Pozuelo escribe sobre o franquismo e o Holocausto






Este es el libro de un periodista y está escrito con la intención de que el lector compruebe los elementos que narran esta penosa visión de nues­tra reciente historia. La obra es el complemento directo de otra anterior de esta misma editorial, Los secretos del franquismo1 y también de varias series de reportajes publicados en La Vanguardia que fueron recompensados con el Premio Internacional de Periodismo Rey de España y con el Raoul Wallenberg. La base de todo este trabajo reside en sucesivos rastreos efectuados en los archivos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda, principalmente, y cuyo resultado ha sido el hallazgo de documentos secretos que atañen a España. 

Unos documentos que desvelan hechos que en su día el franquismo trató de esconder. El texto se articula entre dos extremos: uno es la España nazi, sus circunstancias y consecuencias; el otro es la transición, que aparece como la salida a un oscuro y largo túnel. Cruz y cara de la misma moneda. El libro empieza con el comportamiento español respecto al exterminio de judíos durante la II Guerra Mundial. Para este periodista ha sido imposible leer documentos nazis referentes a España y el holocausto y no sentirse muy mal. En los archivos referidos hay un fondo de miles y miles de papeles hallados en Alemania por los aliados al final de la II Guerra Mundial o interceptados por los servicios secretos angloamericanos que abundan, uno tras otro, en un horror del que España fue cómplice por acción y omisión. No hay excusas posibles. No sirve de nada decir que Franco no sabía lo que sucedía con los judíos. Es mentira. Lo supo, y por conducto oficial. Hasta los alemanes le dieron varios ultimátums que no dejaron lugar a dudas. Es más, los nazis, que fijaron con precisión industrial sus plazos de exterminio, tuvieron con su amigo Franco la deferencia de otorgarle varias moratorias para que el régimen pudiera hacerse cargo de los judíos que los censos nacionalsocialistas consideraban españoles. La respuesta del dictador español fue el olvido reiterado y el retraso intencionado en la toma de decisiones que podrían haber salvado la vida de miles de niños, mujeres y hombres. Pero, atención, el asunto es más perverso: la dictadura que no salvó a las personas sí reclamó a Berlín los bienes materiales de los deportados a los que negó el pan y la sal. ¡Pero sí que hubo judíos salvados por españoles e incluso por Franco!, podría argumentarse. En efecto los hubo. En un número difícil de calcular pero en todo caso ínfimo en relación a la magnitud de la catástrofe. Sucede que los judíos que se salvaron por mediación española lo fueron por la actitud heroica y estrictamente personal de un puñado de diplomáticos españoles. También es cierto que hay algunos salvados por mediación gubernamental española, pero después de que Estados Unidos y Gran Bretaña presionaran a un Franco que en su falsa neutralidad había cometido errores de bulto. 

 Es difícil comprender las razones que puedan esgrimirse para que este asunto no sea de dominio público y se estudie en las escuelas españolas. ¿O tal vez estos hechos no forman parte de nuestra historia? Hay otras incógnitas que emergen de los documentos a las que les falta una respuesta coherente. Una muestra. ¿Qué les sucedió a los aliados que, estando al tanto del genocidio que se estaba produciendo, inexplicablemente no emprendieron acciones de guerra dirigidas exclusivamente a evitarlo? ¿Por qué no bombardearon sin descanso las líneas férreas que conducían hacia los campos de exterminio? La respuesta está en el viento. Pero el lodo de la complicidad española con el holocausto procede de unas aguas llovidas unos anos atrás que aparecen en los siguientes capítulos. Las pistas documentales indican que el nacionalsocialismo incitó la sublevación de julio de 1936 contra la II República y que, al triunfar los insurrectos, después de tres años de Guerra Civil durante los que Alemania no regateó ayuda, los lazos hispano-nazis se torna­ron ideológicamente indisolubles. De ahí la complicidad genocida, el control alemán de la prensa española durante la II Guerra Mundial y la ocultación sistemática de la realidad. 

Nuestro pasado había que guar­darlo debajo de la alfombra aunque soviéticos y angloamericanos su­pieran de Franco mucho más de lo que nos contaron. En el precedente Los secretos del franquismo se explican las razones aliadas para tolerar a Franco tras la derrota del eje al tiempo que ya se adelantaba la pista nazi como pieza básica del alzamiento. Entre sus instigadores citábamos a Hans Hellermann. Posteriores investigacio­nes efectuadas desde La Vanguardia en estrecha colaboración con el periodista Jordi Finestres y publicadas en el Magazine (22 de febrero de 2009) reafirmaron las sospechas adelantadas en el anterior libro. Y después, nuevos datos añadieron certidumbres a una pista que sigue apuntando tercamente en la misma dirección. Pasáronlos años, Franco murió y un joven Juan Carlos maniobró en secreto a favor de la democracia. Quedaba atrás un pasado muy oscuro. Era la transición, el cambio. Los servicios secretos occidentales toma­ron nota de todo, y aquí lo explicamos. Un poco después, Juan Carlos sería el primer jefe de Estado español que rendía homenaje en el Yad Vashem a las víctimas del holocausto apartándose del legado de Franco y de Isabel la Católica, la reina española más admirada por los nazis. 

Eduardo Martín de Pozuelo Dauner.
Prólogo de su libro El franquismo, cómplice del Holocausto (Librosdevanguardia) 2012


lunes, 18 de marzo de 2013

La zorra y el AK-47


 Ediciones Alfar

“Cuando el lobo tiene hambre salta la valla” dice el refrán. De ese mismo modo, un indeterminado 31 de junio, la miseria endémica que asola el continente africano toma al asalto la frontera de Melilla que la separa de la opulencia europea y hace saltar por los aires nuestro idílico mundo de urracas acaparadoras de innecesarios objetos materiales. Una gran cifra, cercana al infinito, de gentes del color de la tierra invade los campos y las ciudades españolas buscando algo que llevarse a la boca. Son ayudados por miles de españoles que luchan por el derecho de todo ser humano a un pedazo de pan y enfrentados por un número parejo que defiende que quien quiera pan que lo pague. La Guerra del Hambre ha empezado. Teresa de Jesús era hasta aquel entonces una corresponsal de guerra curtida en mil batallas a lo ancho del planeta, pero esta vez tendrá que vivir su conflicto más terrible, porque esta vez tiene lugar en casa. Este vez es ella uno de los infelices protagonistas que se encuentra en el lado equivocado de la cámara.
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Bárbara Patricia Palmero, Prado de Campos (Zamora), 1973. Licenciada en xornalismo Despois de traballar en diferentes oficios, na actualidade dedícase á gandeiría en réxime extensivo. La zorra y el AK-47 é a súa primera novela publicada. A segunda parte da mesma, Cambio Rolex por mira de visión nocturna atópase en proceso de preparación.

Conta Bárbara no seu blog a seguinte fábula:


la fábula de la zorra y el AK-47

Caminaba la zorra sin rumbo fijo salvo el que le marcaba la pulsión del ruido de sus tripas, cruzó valles y subió montañas, atravesó campos y se acercó a pueblos, ciudades, metrópolis y en uno de sus vagabundeos vio a lo lejos algo que llamó poderosamente su atención. El enajenador brillo de un Ak-47 nuevecito de fabricación china desmadejado sobre el suelo ejerció su función de cebo y la zorra por muy raposa no pudo sino sucumbir a su poderoso embrujo. Lo olfateó desconfiada, lo rodeó sin atreverse a tocarlo hasta asegurarse de que no era otro tipo desconocido de cepo humano, rindió sus últimas defensas. El Ak-47 soberbio y poderoso se cobró una nueva víctima.Y la zorra como antaño le sucediera a su hermana con la hermosa máscara de teatro sintió ineludibles deseos de gritarle al mundo o, quanta specie cerebrum non habet pero el único sonido que emitieron sus fauces fue: Pan para todos! La moraleja, según tú quieras.

martes, 12 de marzo de 2013

Franco y el exterminio nazi


Durante toda su vida, Francisco Franco se refirió a un abstracto peligro judío (masónico y comunista, también) como el mayor enemigo de la España construida tras su victoria en la guerra civil de 1936-1939. Obsesionado con esta idea hasta el fin de sus días, el Caudillo se refirió una vez más a los judíos en su último discurso de 1 de octubre de 1975, poco antes de morir. Tan insistente fue Franco con su ofuscación acerca de un “contubernio judeo-masónico” que todo lo destruía, que la frase quedó impresa en la mente de los españoles como un latiguillo chusco de la retórica obsesiva del Generalísimo a la que incluso muchos franquistas no prestaban atención. De hecho, parecía que carecía de un significado tangible. Sin embargo, Franco hablaba en serio, convencido de lo que decía. Los años y la tergiversación de la historia hicieron que su antisemitismo se diluyera como un azucarillo en la patética frase referida. Sin embargo, es obvio que en sus encendidos discursos Franco no dejó de mostrarse antisemita, pero nunca reveló que su odio-temor había tenido durantela Segunda Guerra Mundial una repercusión criminal sólo descubierta gracias al contenido de decenas de documentos secretos desclasificados, encontrados en los archivos de Estados Unidos, Reino Unido y Holanda. 

Hasta ahora nadie pensaba en Franco cuando se hablaba del holocausto, como si la España pronazi de principios de los cuarenta, claramente dibujada por los documentos que un día fueron secretos, hubiera visto de lejos cómo la Alemania nazi deportaba y asesinaba a millones de judíos y otras minorías. Pero la realidad, espantosa, que aflora en los documentos citados muestra que Franco pudo salvar a decenas de miles de sefardíes, pero prefirió dejarlos morir a pesar de reiterados ultimátums alemanes que le advertían de las medidas extremas (léase exterminio) de que serían objeto si su España no aceptaba acogerlos. El corolario de la investigación documental que se recoge en el libro que adelanta Magazine tiene varios puntos esenciales; el primero de los cuales es que apenas quedan dudas de que los nazis alentaron el golpe de Estado de julio de 1936, al que no dejarían de apoyar hasta la victoria en 1939. Como consecuencia del sostén germano, Franco –que en esencia era de sí mismo, es decir franquista– inclinó dramáticamente los destinos de España del lado alemán y no del italiano, por lo que cabe afirmar que la naturaleza del franquismo se percibe mucho más nazi que fascista. De hecho, tras la victoria de los nacionales en la Guerra Civil, el III Reich desembarcó con armas y bagajes en España con una proporción de medios y humana infinitamente superior a la de cualquier otro país de los que se verían implicados en la inminente contienda mundial. Como consecuencia de ello, los alemanes influyeron en toda la política y la economía española, prensa incluida, y una vez iniciada la Segunda Guerra Mundiallas relaciones entre la cúpula del nazismo y Franco y sus ministros fue muy estrecha, y la nueva Alemania, cuyo imperio tenía que durar mil años, tuvo un exquisito trato de favor hacia el Generalísimo.

Esta deferencia se tradujo en la oferta nazi de hacerse cargo de los judíos españoles esparcidos por Europa a los que tenían previsto asesinar industrialmente. Pero Franco no los salvó, a sabiendas de lo que les iba a suceder, muy bien informado por los embajadores españoles testigos de excepción de las deportaciones. De esta forma, la dictadura española se convirtió en cómplice activo del holocausto. El ofrecimiento nazi de enviar a España a los spanischer Juden (judíos españoles), como designan los nazis a los judíos en todos sus documentos, no se produjo en una ocasión anecdótica que pasó rápidamente al olvido. Al contrario. Se trató de un tema de gran calado que generó cientos de documentos, telegramas, órdenes y contraórdenes procedentes del departamento de asuntos judíos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, de la embajada de Alemania en Madrid y del Ministerio de Asuntos Exteriores español. Y es que, tratado como un amigo muy especial, el III Reich brindó a Franco la entrega de miles de judíos repetidas veces, por escrito, por comunicación diplomática verbal con reiterada insistencia de los embajadores alemanes. Tanto se esmeraron con su amigo español, que los nazis mantuvieron presos pero sin deportar a muchos judíos en espera de una respuesta positiva de Franco que nunca llegó. Mientras tanto, los alemanes ampliaron por propia iniciativa el plazo límite de entrega (marzo y abril de 1943) para dar tiempo a una respuesta de Franco. Un resumen, parcial desde luego, de lo sucedido se lo debemos a Eberhard von Thadden, enlace entre Von Ribbentrop (ministro de Exteriores) y Adolf Eichmann (responsable de Deportaciones), en un cable cifrado para su embajada en Madrid que envió el 27 de diciembre de 1943: “El gobierno español insistió durante las negociaciones que hubo entre 1942 y febrero 1943 en que no estaba interesado en los judíos españoles. Más tarde se autorizó [por parte alemana] la repatriación de todos los judíos españoles. Repetidas veces, España no cumplió el plazo acordado para su regreso. (...) A pesar de ello y por precaución, la expulsión de los judíos españoles no comenzó hasta el 16 de noviembre. Por favor, explique inequívocamente la situación al gobierno español y recalque que el gobierno del Reich ha hecho todo lo posible para resolver el problema amigablemente y evitar dificultades. Lo hicimos teniendo en consideración la nacionalidad española [de los judíos] a pesar de que se puede dar por supuesto que todos los judíos tienen una actitud antialemana”. ¿La oferta nazi contenía cierta piedad hacia los judíos sefardíes? No. No se trataba de eso. Era la deferencia al amigo y al mismo tiempo una medida para abaratar los costes del exterminio. Es decir, antes de proceder a aplicar en toda su dimensión la solución final, el gobierno del Reich dio la oportunidad al amigo Franco de decidir sobre la suerte de los spanischer Juden, de tal suerte que si los acogía para tomar sus propias medidas contra ellos –como suponían que sucedería–, el operativo nazi de exterminio humano se vería sustancialmente reducido. Quizás otra de las preguntas que sugieren estos acontecimientos es ¿a cuento de qué Franco se mostró tan insensible y tan antisemita? Los documentos hallados sólo dan una respuesta parcial a esta cuestión. 

Hay decenas de papeles que tratan de este asunto y hasta lo analizan, y alguno de ellos desliza alguna explicación para este interrogante. Por ejemplo, el telegrama cifrado de 22 febrero de 1943 escrito por el embajador Hans von Moltke, que acababa de insistir una vez más ante el gobierno español e informaba a Berlín: “… el gobierno español ha decidido no permitir en ningún caso la vuelta a España a los españoles de raza judía que viven en territorios bajo jurisdicción alemana” y añadía más adelante que “el gobierno español abandonará los judíos de nacionalidad española a su destino”. Y tras otras consideraciones escribía lo siguiente: “El director general [se refiere al diplomático español José María Doussinague] comentó que estos judíos serían probablemente más peligrosos en España que en otros países porque los agentes americanos e ingleses los captarían en seguida para utilizarlos como propagandistas contra la alianza del eje, en especial contra Alemania. Por lo demás, el señor Doussinague no mostró mucho interés español en el asunto. Ruego nuevas órdenes. Firmado: Moltke”. A nadie se le puede escapar que en este breve texto se evidencia que a ojos franquistas los judíos eran muy “peligrosos”, en sintonía con la idea de Eberhard von Thadden, reproducida unas líneas antes, en las que consideraba que un judío, por el hecho de ser judío, ya era antialemán. Y un detalle más que subrayar: en los comentarios de Doussinague que recoge Moltke se percibe claramente que en las altas esferas de la dictadura franquista no se creía en la declarada neutralidad española durantela Segunda Guerra Mundial, pues el diplomático español no dudó en situar como enemigos a “americanos e ingleses”. El régimen sintonizaba totalmente con Berlín y, a pesar de los reiterados ultimátums alemanes –obviamente secretos– que advirtieron explícitamente al gobierno español de las medidas extremas de que sería objeto el colectivo judío, Franco se opuso a salvarlo, pero no olvidó reclamar las propiedades y el dinero de los aniquilados, considerados, por tanto, ciudadanos españoles en toda regla. Se diría que es el documento que delata a un régimen. Es de la embajada española en Berlín, y el párrafo en cuestión es el siguiente: “(…) La embajada española solicita al Ministerio de Asuntos Exteriores (alemán) que intervenga ante las autoridades correspondientes para explicarles que los bienes de los judíos españoles dejados atrás al salir de Francia, Bélgica y Países Bajos serán administrados por los cónsules españoles o representantes de España y que tienen que quedarse en su posesión por tratarse de bienes de súbditos españoles y por tanto ser bien nacional de España. Berlín, 25 de febrero1943”. Esta historia tiene otra cara trágica, pero muy honrosa. Mientras se producían las deportaciones y España negaba el pan y la sal a miles de seres humanos, unos horrorizados diplomáticos españoles actuaban por su cuenta y en contra de las órdenes emanadas de Madrid. Falsificaron documentos y lograron salvar a cientos de personas. Todos alertaron a Madrid del genocidio en telegramas secretos, y dos de ellos, Ángel Sanz Briz, desde Budapest (Hungría), y Julio Palencia, de la legación de España en Sofía (Bulgaria), fueron crudamente explícitos en sus mensajes. 

El primero, conocedor del llamado “protocolo de Auschwitz”, avisó de las matanzas en cámaras de gas, y el segundo, testigo presencial desde su embajada, escribió a Madrid avisando del desastre humano. Julio Palencia redactó, con el respeto de un funcionario en una dictadura, varias cartas que envió a su ministro y cuya lectura emociona al más endurecido “… por si acaso VE considera digna de ser tomada en consideración mi sugerencia… tenga a bien concederme cierta elasticidad para… conceder visados a israelitas de no importa qué nacionalidad o condición… pues los judíos están siendo víctimas de una persecución tan cruel y encarnizada que a la persona más ponderada y fría pone espanto en el ánimo el contemplar las injusticias y horrores que estas autoridades vienen cometiendo…”, rezaba una carta de Palencia de 14 de septiembre de 1942. El ministro no autorizó los visados que solicitó Palencia, que, desesperado, llegó a adoptar a dos jóvenes judíos para salvarlos dela muerte. Tresaños después, cuando la guerra mundial cambió de curso y los aliados presionaron a Franco, este se apropió de los actos heroicos de estos diplomáticos para ganarse la benevolencia de los vencedores. Pasaron los años, Franco murió en la cama, y un joven Juan Carlos maniobró en secreto a favor de la democracia ante la atenta mirada de los servicios de inteligencia europeos y estadounidense. Con sus maniobras, muchas en connivencia con Adolfo Suárez, consta en la documentación hallada que Juan Carlos jugó hasta el límite de lo posible para dejar atrás aquel pasado tan oscuro del que aquí se ha dado una pincelada. Era la transición, el cambio. Los servicios secretos occidentales tomaron nota de todo, hasta de cómo Adolfo Suárez apuntó en cuatro cuartillas que entregó al Rey el tempo de la transición, que cumplió a rajatabla contra viento y marea. El libro lo explica. Y, un poco después, ya con una España nueva, don Juan Carlos sería el primer jefe de Estado español que rendía homenaje en el Yad Vashem a las víctimas del holocausto apartándose del terrible legado histórico de Franco y de Isabel la Católica, la reina española más admirada por los nazis, a la que dedicaron varios informes que harían sonreír si detrás de ellos no hubiera una matanza de proporciones colosales. Pero no todo lo oculto se refiere a España. Los aliados también tienen algo que explicar. Un mensaje secreto de sir Harold MacMichael, alto comisionado británico para el protectorado de Palestina, enviado el 15 de junio de 1944 a sir Anthony Eden, entonces ministro de Exteriores del Reino Unido y luego premier, dice entre otras cosas: “Los nazis tienen la esperanza de obtener alguna gracia ante los ojos aliados por el hecho de no matar ahora a dos millones de judíos, pues creen que ayudará a olvidar que ya han matado a seis millones de judíos”. Leído de otra forma: en plena guerra, al igual que Franco, los aliados sabían perfectamente lo que estaba sucediendo en los campos de exterminio. La pregunta es obvia: ¿qué hicieron para evitarlo?

lunes, 11 de marzo de 2013

Shoah. Por Claude Lanzmann

Shoah
Ano 1985
Duración 566 min. 
País Francial
Director Claude Lanzmann
Guión Claude Lanzmann
Música Non ten
Fotografía Dominique Chapuis, Jimmy Glasberg, William Lubtchansky
Producido Les Films Aleph / Historia / Ministère de la Culture de la Republique Française PREMIOS 1985: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor documental 1985: NBR - Asociación de Críticos Norteamericanos: Mellor documental 1985: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mención especial 1986: Festival de Berlín: Premio OCIC (Mención de honra) 
"Shoah" ("aniquilación" en hebreo) é un monumento á memoria do Holocausto
  persona.

domingo, 10 de marzo de 2013

O tema da RAG


Por Afonso Vázquez-Monxardín

O comunicado de Ferrín, literariamente, non estivo á súa altura. Esperaríase que un dos principias creadores de mundos e mitos do país, ao dar un paso da transcendencia de abandonar a Presidencia da Real Academia Galega, encabuxado e sen finalizar o mandato, escribise unha peza literaria tipo a Alba de Gloria de Castelao. Algo seu con arrecendo a Retorno a Tagen Ata e Xaque mate sería perfecto. Pois non. A carencia de intención literaria, creo, fala da falla de repouso na elaboración. O escrito carece da conveniente progresión argumentativa e principia dunha forma abrupta con escasa cohesión e coherencia textual: 'Mediante este escrito renuncio á presidencia da Real Academia e no mesmo acto renunciarei á condición de membro numerario da institución'. Presente ou futuro? Inclúe un agradecemento polo medio ?mal situado, creo-, e conclúe de xeito asaz sobreactuado con agradecemento irónico, unha invocación aos 'poucos días que me resten de vida' e uns berros patrióticos. En fin, se alguén vise unha dimisión da presidencia da RAE rematada cun Viva España! pensaría que as tropas neonapoleónicas estarían baixando pola Castellana. E por sorte, nin a saúde de Ferrín ten dúbida, nin se esperan a Soult e a Ney, nin que haxa representación de traxedia grega ou opera bufa na rúa Tabernas.

Creo que a forma do texto indícanos máis un exabrupto que unha reflexión. Cousas que acontecen, se cadra, porque a xestión de instancias de poder con contestación libre, preguntas, transacións e acordos como parte da cotidianeidade, adoita ser complicada.

E ninguén nos pode facer isto. Os que estamos a pé de obra no ensino, por exemplo, e afirmamos co traballo cotián a existencía dunha nación cultura cun corpo e institucións de seu, desacougámonos ante o desprestixio que supón introducir na enésima fenda cultural sospeitas, infundios, soños conspirativos que abanean o feble e volátil sistema cultural galego. Nestes tempos de ansiada transparencia -non me gusta a palabra, pero non topo outra- na que ata os profesores devolven os exames corrixidos aos alumnos para que revisen as sumas das cualificacións, debe fluír a caneiro cheo a información privada e pública sobre canta cuestión se presente. E non se poden, creo, tomar medidas drásticas, con implicacións moito máis alá do persoal. A Academia Galega será Real, pero non absolutista. O seu presidente e cada un dos académicos teñen reponsabilidade ante o seu país, ante a súa xente. E a súa xente non son só amigos literarios ou políticos, senón a nación de todos os nados neste recuncho do mapa.

En fin, que a cousa non ten moita volta. Deben acougar os ánimos porque non hai tanto país para tan pouco tema e non podemos parar tanto tempo porque haxa ameazas de trebón. Ferrín debe explicar o que teña que explicar e seguir, se quere, como queremos moitos, na Presidencia ata a fin do seu mandato.

En calquera caso, por fidelidade á institución, ás xentes e ao país, ninguén debe socavar o pé da árbore nin galopar cara á terra de ningures.

jueves, 7 de marzo de 2013

Ás súas señorías non lles molesta o fume


Por Pedro Gómez-Valadés

Despois de tres anos consecutivos nos que o Parlamento de Galicia conmemorou cunha declaración institucional o Día Internacional de Recordo das Vítimas do Holocausto, este ano a cámara galega dixo non. Non a aprobación dunha modesta e sinxela declaración institucional coa que o noso parlamento sumaría a súa voz na memoria dos que só teñen iso. A nosa memoria. 

Millóns de asasinados na barbarie nazi seica non abondan para que algunhas señorías deputados e deputadas fagan un exercicio de recordo e homenaxe. Nin tentan xustificar o inxustificábel, sobrados como están da soberbia da senrazón. 

Incomprensíbel en especial a actitude do BNG que a un texto idéntico, palabra por palabra, do que si aprobaron co seu voto favorábel nos anos 2010, 2011 e 2012, agora, na súa carreira saberán eles cara onde, vetan xunto con AGE a posibilidade de acadar a unanimidade regulamentaria precisa para que o Parlamento puidese emitir unha declaración. 

Verán as súas señorías de AGE e do BNG no seu veto unha vitoria? De que? Por que? Para que? Porque o que eu vexo é só unha derrota sen paliativos da dignidade dunha institución. Porque a responsabilidade directa deste disparate recae sobre os que vetan, mais a súa actitude lixa a toda unha institución que nos representa a todos os galegos e galegas. E con actitudes que atrévome a cualificar de miserábeis non se pode aspirar a construir nada positivo. E miserábel é ignorar e desprezar a millóns de vítimas da negra maré que asolou Europa nos anos 40 do século pasado. Miserábel é indecente (así o sinto e así o escribo) é pisar a memoria de centos de galegas e galegos, republicanos e galeguistas, mortos nos campos do horror nazi.

Äs súas señorias non lles molesta o fume. O fume gris das chemineas de Auschwitz ou de Treblinka. De Mauthaussen ou de Buchenwald. Agardemos que o ano próximo o sentidiño e a dignidade volten ao noso Parlamento e este volva a situar o seu nome no mapa das institucións europeas que lembran cada 27 de xaneiro por mandato das Nacións Unidas que unha vez non hai tanto, unhas negras chemineas negras, foron protagonistas da nosa historia como europeos e como seres humanos. Agardemos que o ano próximo, o faro de fume gris destas chemineas non nos confunda de novo.

viernes, 1 de marzo de 2013

Novo libro de Suso Vila


Judíos, Conversos e Inquisición en Tui” (2013) de Suso Vila

O rico legado xudeo conservado na cidade de Tui impulsa este traballo para tratar de comprender non só a presenza xudea na cidade medieval senón e tamén todo o proceso posterior á expulsión en 1492 que levou a conversión forzosa da minoría xudea penínsular e a consecuente conflictividade social que posibilitou unha actuación profunda e despiadada por parte do Santo Oficio.

A comunidade xudea de Tui caracterizouse por contar con todos os elementos propios para unha boa dinámica da comunidade: Cemeterio, Sinagoga, Carniceiría. Xunto a isto os membros da comunidade tudense ocuparon diferentes partes da cidade miñota nun reflexo da súa integración na cidade episcopal.

A expulsión dos xudeos ou a súa obrigada conversión refletiríase na documentación capitular tudense. Os conversos que quedaron xunto cos que viñeron a través de Portugal favoreceron agrupamentos e relacións entre as familias conversas. As delacións ao Santo Oficio provocadas por envexas e desconfianzas cara a un colectivo con gran capacidade económica e política, traerá consigo numerosos procesos inquisitoriais ao longo dos séculos XVI e XVII, cuxa testemuña máis notable serán os Sambenitos da Catedral de Tui, únicos conservados en España.

O patrimonio histórico tudense tamén se nutre de elementos singulares ademais dos tradicionais. Entre eles están o relacionado coa comunidade xudea e conversa que aportaron un conxunto de obras e elementos arquitectónicos (casas pertencentes á comunidade medieval ou a Torre do Xudeo da muralla da cidade), a menorá do claustro catedralicio, a pratería da catedral obra de prateiros xudeos e conversos, ou os sambenitos como testemuña dunha época de intolerancia e de obsesión pola unidade relixiosa.

Imaxe dunha Menoráh gravada na pedra do interior da Catedral de Tui

Quen é Suso Vila?
 
Xesús "Suso" Víla, é licenciado en Xeografla e Historia pola UNED posgrado en Historia, Teoría e Método das Humanidades e as Ciencias Sociais (USC). Master en Lecturas sobre a Cidade Histórica Arte. Patrimonio Cultural e a súa Xestión (USC) Ten publicado diferentes libros de arte, historia e antropoloxía sobre a cidade de Tui e a súa bisbarra entre outros “O Tui esquecido” (1999) “Pazos e Casas de Tui e Valença” (2000) “Tui e Valença nos séculos XI a XV” (2001) “Antiguas fiestas” (2003) “Xudeus e Conversos en Tui” (2004) “Corpo Santo/San Telmo” (2009) Obtivo o segundo premio da Historia Medieval de Galicia e Portugal 2006 polo seu traballo “A Cidade de Tui durante a baixa Idade Media” e o Primeiro Premio de Historia Medieval de Galicia e Portugal no 2009 polo seu traballo “A Casa de Soutomaior 1147-1532”. Nestes momentos está a realizar a tese doutoral sobre “Dinámicas urbanas en la frontera del Miño durante el siglo XIX. Sociedad y arquitectura en Tui y Valença”. Participou tamén no video documental editado por AGAI "Percorrido polo Tui xudeu" (2012)